Este Templo tenía algo muy especial, una alegría esperanzadora. Había muchísima gente joven pidiendo a los Kamis su protección. En este lugar como en tantos otros lugares de culto de Japón, la línea que separa el shintoismo del budismo o del taoísmo, es inexistente y conviven en perfecta armonía.
Maravilloso reportaje, Mercedes.
ResponderEliminar¡Qué nitidez y colorido le has dado a tus fotografías!
Bellísimos lugares, sin duda.
Besos.